RODRIGO VERA
El Vaticano acaba de quitarle sus facultades sacerdotales al padre Nicolás Aguilar, pero no por pederasta, sino solamente por el “escándalo público” que provocó en el ámbito internacional, lo que dañó la imagen de la Iglesia católica.
Con esa decisión, el Vaticano invalida las acusaciones que, durante tres décadas, señalaron que el sacerdote estaba abusando sexualmente de menores de edad, al grado de que aún tiene una demanda ante la Corte de Los Ángeles.
Así, para la Iglesia el padre Nicolás es inocente.
La sentencia vaticana fue dada a conocer el 28 de julio por el vocero de la arquidiócesis de Puebla, Eugenio Lira Rugarcía, quien declaró: “El caso se presentó a la Santa Sede para que, a través de un proceso administrativo, se le retirara del estado clerical. Y esta sentencia es la que acaba de ser anunciada”.
De esta manera concluyó el proceso canónico contra el padre Nicolás, que solicitaron al Vaticano, en 2006, las arquidiócesis de Puebla y México, así como la diócesis de Tehuacán, a la que pertenecía el párroco.
En Roma, el proceso lo llevó a cabo el tribunal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el único competente para procesar a los clérigos acusados de delitos graves en materia sexual. Este tribunal analizó el expediente confidencial del padre Nicolás que se le envió de México, en el que se incluía la acusación canónica –llamada “aviso” o “notificación”– en su contra (Proceso 1575).
Hugo Valdemar, vocero de la arquidiócesis de México, señala que el tribunal romano no pudo comprobar que el sacerdote es pederasta:
“A nivel legal, no se le pudieron probar los abusos sexuales que se le achacan. Y eso que tan sólo en la arquidiócesis de México recopilamos un expediente de cerca de mil páginas sobre el padre Nicolás, en el que incluimos la enorme cantidad de información que se publicó en los medios.
“Todo apuntaba a que era un abusador de menores, a que tenía una conducta reincidente. En Roma se analizó la documentación, hubo debates en torno al caso. Pero no se le comprobó nada.”
De ahí que –dice Valdemar– el Vaticano castigó al sacerdote por el “escándalo público” que provocó en México y el extranjero:
“El argumento fuerte que quedaba era el del escándalo. Y una de las causales de suspensión es precisamente el escándalo público.”
Con su fallo, el Vaticano automáticamente exonera a los jerarcas católicos acusados de solapar los abusos sexuales del párroco poblano, como los cardenales Norberto Rivera y Roger Mahony. Si para la Iglesia no hubo tales abusos, tampoco hubo cómplices.
En los hechos, el cura degradado ya no ejercía su ministerio ni tenía parroquia. Vive escondido desde hace tiempo. Algunos de sus conocidos aseguran haberlo visto fugazmente. Dicen que, en condiciones paupérrimas, recorre poblados de Puebla, Morelos y el Estado de México, donde vende discos compactos de música sacra (Proceso 1560).
Señala Valdemar que, a través de su familia, al mísero vendedor ambulante ya se le notificó su condena: “El padre Nicolás no está localizable. El único recurso que tuvo el obispo de Tehuacán fue decirle a su familia que le notificaran el fallo”.
El Vaticano acaba de quitarle sus facultades sacerdotales al padre Nicolás Aguilar, pero no por pederasta, sino solamente por el “escándalo público” que provocó en el ámbito internacional, lo que dañó la imagen de la Iglesia católica.
Con esa decisión, el Vaticano invalida las acusaciones que, durante tres décadas, señalaron que el sacerdote estaba abusando sexualmente de menores de edad, al grado de que aún tiene una demanda ante la Corte de Los Ángeles.
Así, para la Iglesia el padre Nicolás es inocente.
La sentencia vaticana fue dada a conocer el 28 de julio por el vocero de la arquidiócesis de Puebla, Eugenio Lira Rugarcía, quien declaró: “El caso se presentó a la Santa Sede para que, a través de un proceso administrativo, se le retirara del estado clerical. Y esta sentencia es la que acaba de ser anunciada”.
De esta manera concluyó el proceso canónico contra el padre Nicolás, que solicitaron al Vaticano, en 2006, las arquidiócesis de Puebla y México, así como la diócesis de Tehuacán, a la que pertenecía el párroco.
En Roma, el proceso lo llevó a cabo el tribunal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el único competente para procesar a los clérigos acusados de delitos graves en materia sexual. Este tribunal analizó el expediente confidencial del padre Nicolás que se le envió de México, en el que se incluía la acusación canónica –llamada “aviso” o “notificación”– en su contra (Proceso 1575).
Hugo Valdemar, vocero de la arquidiócesis de México, señala que el tribunal romano no pudo comprobar que el sacerdote es pederasta:
“A nivel legal, no se le pudieron probar los abusos sexuales que se le achacan. Y eso que tan sólo en la arquidiócesis de México recopilamos un expediente de cerca de mil páginas sobre el padre Nicolás, en el que incluimos la enorme cantidad de información que se publicó en los medios.
“Todo apuntaba a que era un abusador de menores, a que tenía una conducta reincidente. En Roma se analizó la documentación, hubo debates en torno al caso. Pero no se le comprobó nada.”
De ahí que –dice Valdemar– el Vaticano castigó al sacerdote por el “escándalo público” que provocó en México y el extranjero:
“El argumento fuerte que quedaba era el del escándalo. Y una de las causales de suspensión es precisamente el escándalo público.”
Con su fallo, el Vaticano automáticamente exonera a los jerarcas católicos acusados de solapar los abusos sexuales del párroco poblano, como los cardenales Norberto Rivera y Roger Mahony. Si para la Iglesia no hubo tales abusos, tampoco hubo cómplices.
En los hechos, el cura degradado ya no ejercía su ministerio ni tenía parroquia. Vive escondido desde hace tiempo. Algunos de sus conocidos aseguran haberlo visto fugazmente. Dicen que, en condiciones paupérrimas, recorre poblados de Puebla, Morelos y el Estado de México, donde vende discos compactos de música sacra (Proceso 1560).
Señala Valdemar que, a través de su familia, al mísero vendedor ambulante ya se le notificó su condena: “El padre Nicolás no está localizable. El único recurso que tuvo el obispo de Tehuacán fue decirle a su familia que le notificaran el fallo”.