martes, 16 de febrero de 2010

CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA EN JUÁREZ

MC. MIGUEL ÁNGEL PARRA BEDRÁN

CIUDAD JUAREZ.-
El espacio de vida en las ciudades es de vital importancia para todos los humanos, nuestras ciudades son el reducto de nuestras esperanzas y aspiraciones, en ellas trabajamos, estudiamos, paseamos por su calles, nos preocupamos por su organización, fundamos el futuro personal y el de nuestros hijos, etc. La ciudad es pues, ese reducto de esperanza para poder vivir bien y desarrollarnos con plenitud.
El mundo antiguo veía a sus ciudades como la esperanza del mañana, procuraba su conservación y daban su sangre por su defensa cuando era atacada por los enemigos; de esas ciudades del pasado emergió la máxima institución política del presente que hoy conocemos con el nombre de Estado o Nación. Las ciudades antiguas como Grecia, Roma, Esparta, Cartago y muchas más tuvieron que enfrentarse a diversos desafíos y muchas de ellas salieron avante y otras sucumbieron ante las desgracias o las transformaciones que eran inevitables por el hecho de la evolución social.
La idea de ciudad nos refiere a la pertinencia, a lo que es de nosotros y si por alguna razón se pierde este sentido, la ciudad deja de ser lo que era o lo que debería de ser. Un proceso semejante parece que vive Ciudad Juárez. En ella, ante la terrible ola de violencia desatada desde hace años ha hecho que poco a poco sus habitantes ya no se sientan seguros, que abandonen sus centros de trabajo, que las inversiones ya no lleguen, que su ritmo se pierda, que su gente se descorazone ante el abandono del que son objeto por parte de quienes los gobiernan.
No es exagerado decir que en Ciudad Juárez se está poco a poco viviendo una diáspora. Para sus habitantes ya no es posible seguir viviendo y optan por abandonarla. Sin duda que esto es una tragedia, es muy probable que esa diáspora no signifique la desaparición de la ciudad, pero sí mucho tendrá que ver con la pérdida de su identidad sobre todo para quienes han vivido y viven aún en ese lugar.
En los últimos años –digamos los años de la violencia que coinciden paradójicamente con el advenimiento del “cambio democrático”-, la ciudad perdió al 24% de su población, pasó de 1.3 millones de habitantes a un millón, es decir 60 mil familias han huido de ese lugar, esto según los datos del Instituto Nacional de Información y Estadística del Gobierno Federal y publicados el 16 de febrero de 2010 en el Diario Milenio. Por su parte la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez estima que son hasta 100 mil las familias que han huido, haciendo un aproximado de 500 mil personas.
Según el Colegio de la Frontera Norte 116 mil casas habitación han sido abandonadas por sus moradores, eso implica que el 25% de las viviendas están vacías. El Servicio de Ciudadanía de Inmigración de los Estados Unidos de América y el Departamento de Inmigración y Naturalización, calculan en 100 mil el número de juarenses que cambiaron su residencia a esa país, principalmente al Paso Texas.
En lo económico en dicha ciudad se han perdido más de 200 mil empleos, lo que afecta al 20% de la población actual. La Cámara de Comercio señaló que hace dos años se tenían registrados 11 mil negocios y hoy sólo 2,700 están funcionando, 8300 han cerrado. La Asociación de Maquiladoras informó que cerca de 1000 millones de dólares no llegaron a instalarse por la inseguridad; esos recursos hubieran generado entre 70 y 80 mil empleos.
En pocos años la guerra contra el crimen organizado ha dejado más de 4,800 muertos, numerosas fuerzas del ejercito hacen presencia para combatir a los delincuentes y los resultados son magros. Hace apenas unos cuantos días 16 jóvenes fueron masacrados en una fiesta particular, de los asesinos poco se sabe, las detenciones son a cuenta gotas pero la impunidad a raudales; se han creado programas sociales para favorecer el ritmo de vida de los juarenses, el gobierno federal aportará 650 millones de pesos para obras sociales y enviará a 15 agentes ministeriales para lo que denominan “la reconstrucción institucional del sistema de justicia”, una ridiculez de apoyos que de nueva cuenta agreden no sólo a los juarenses sino a todo el país.
El Presidente de la república ha hecho pie en la ciudad para pedir disculpas, que no perdón, por los agravios, encontrándose con una madre valerosa a quien le mataron dos hijos en la masacre quien le espetó sus verdades al decirle que no era bienvenido a la ciudad.
Al ritmo que llevan las acciones de gobierno y sus decisiones la diáspora seguirá su ritmo, los habitantes en la medida de lo posible seguirá huyendo a otros lares, la ciudad poco a poco perderá su identidad, porque el tamaño de la desgracia que hoy viven es tan grande que en no poco tiempo las heridas pueden resarcirse.