sábado, 15 de mayo de 2010

EL ITSON Y SU RECTOR

CIUDAD OBREGON.- Corría el mes de octubre del 2008, tarde de sol rotundo y cielo tornasolado; Gonzalo dejó la cabecera de la mesa de juntas, corrió las cortinas del amplio ventanal, puso otra vez la mirada en lontananza y dominó con la vista los confines cuadriculados de Ciudad Obregón. Suspiró, inspiro hondo, en voz alta se le desbordaron las pulsiones profundísimas que hacia tiempo le hinchaban el espíritu.
Los contertulios en silencio, ceremoniosamente, vigilaban sus movimientos desde el confort de mullidos sillones, porque al tiempo que dejaba caer el índice con delicadeza de monarca, apuntando al norte lo oyeron decir.” El siguiente paso es el palacio”. Una pausa de suspenso, luego, como para atemperar sorpresas y apaciguar rostros demudados, espetó los pensamientos íntimos:”Antes lo hizo Eduardo, lo logró Oscar; a mi, me sobra talento y tengo apoyo del gobernador más influyente del último medio siglo…”
La vida le sonreía. Corrijo, a Gonzalo Rodríguez Villanueva la vida le carcajeaba. Por esas fechas cumplía tres años al frente del instituto Tecnológico de sonora (ITson), la institución académica más importante del Sur de sonora.
Tras muchos años de permanecer en el anonimato, la imagen atenuada en la grisura de eterno segundón, por fin lo rescataron; se hizo justicia al ejercicio de sumisión y lealtad aparentes, estaba en los cuernos de la luna.
Corrijo, en la rectoría del ITson que le llego como premio de lotería sin comprar boleto.
Tras la confesión de ése, ni tan remoto día de otoño, los presentes quedaron con las mentes vacías, el único reflejo de raciocinio fue mirarse las mariposas de los cabetes mal anudados en los zapatos. Gonzalo asomó de nuevo su menuda humanidad a la ventana del mastodóntico búnker recién inaugurado y dejó correr la imaginación. Desde el anecdótico momento, no transcurrirían dos años antes que la terca realidad destrozara los sueños.
Es que, en ocasiones, el destino receta chicotazos con los que temblequean hasta los fundamentos de la fe. También perdió Gonzalo Rodríguez Villanueva, cuyos argumentos y retobos desde hace nueve meses provocan esa especie de ternura que emanan los derrotados (el persistente “complejo de Cuauhtémoc “que hermana a los mexicanos). Con el fracaso de la sucesión boursista Gonzalo también quedó solo, huérfano político, mendigando bicocas de atención a los mandamases del Nuevo Sonora.
En las prospecciones del rector, ni en el peor cruce de coordenadas, ni por asomo cabían escenarios que no fueran la victoria y el futuro pactado. Poder quintado con poder.
Al estilo carniceril de Jack, diseco por partes: el domingo 6 de julio del 2009, Gonzalo se acostó muy tarde. Los días previos y ése, pasaron vertiginosos, el tráfago asfixiante del día electoral se extendió más allá de medianoche. La mañana del lunes 7 se levantó tempranísimo, un hervor panicoso le bullía en el pecho pero prefirió ahorrarse las llamadas. Enfundado su frágil cuerpo en pants deportivos, salió a esperar al repartidor de suscripciones y, apenas apareció, arrebató con ansias La Tribuna del Yaqui para conocer las novedades del resultado de la elección a la gobernatura de Sonora.
El cintillo de la primera plana le dejó la boca reseca. Dejó la taza cafetera a medio viaje cuando a la entrada de la columna de la columna de la plana llena encontró disculpas, pues en un acto de mínima prudencia periodística el columnista estrella evitaba pronunciamientos sobre ganadores y perdedores, argumentando el cansancio del día previo. La vista se le ennegreció, en pocas horas se le deshilachaban los derroteros del éxito y triunfo por los que apostó e hizo derechuras y chuecuras. Aunque conservaba esperanzas, los hechos de los días posteriores las arrastraron hechas añicos al precipicio de la desesperación.
Aterrado y castañeando dientes, el rector del ITson vio pasar los cambios de la SEP, CONALEP, CEBATyS, COBACH, ITESCA, UTS, y de lejecitos también el arribo de Heriberto Grijalva a la Unisón. Antes que preparar con honor la entrega, al contrario, busco afanosamente amigos mutuos que consiguieran audiencias; hecho un mar de angustias movió sin éxito palancas académicas; aguijoneando por la desesperación tironeó cables telefónicos a Los Pinos, al senado y la cámara de Diputados; por mendrugos de mínima intermediación, gimoteando remoloneó con la gente del dinero y la gente del poder. Estupefacto pero soberbio, se negó a poner las barbas… hoy tiene el cuello en remojo.
Gonzalo Rodríguez Villanueva está aterrado. En las últimas semanas vio desmadejarse el imperio formado a golpes de autoritarismo. El ex gobernador puso distancia de por medio y lo dejó al garete; los incondicionales dejaron la travesía, se bajaron del barco y ni los reclamos le contestan. Los que quieren verlo fuera del ITson filtraron oscuras madejas de información que documentan pésimos manejos fideicomisarios y millonarios montos de capital institucional puestos en cuentas bancarias al desamparo de las inversiones de riesgo.
Aparte de las turbias desapariciones de recursos financieros del ITson al puro estilo Mandrake, hay bonches de evidencias que documentan cuarenta viajes al extranjero: treinta a Europa y diez a Asia, con gastos promedio de diez mil euros por viaje, en lapsos que no llegan a los cuatro años; asustan los datos de la construcción millonaria del complejo deportivo llamado ”arena ITSon”, cuyo costo de construcción por metro cuadrado resulta el más caro de Latinoamérica y escandalosas pérdidas ocasionadas por la adquisición y errática operación del equipo de básquetbol; encorajina el uso inescrupuloso, a todas luces indebido, del fideicomiso destinado al fortalecimiento de maestrías y doctorados, del que aparentemente fueron sustraídos fondos que alcanzan los treinta millones de pesos. Como si no bastará, están documentándose otras tropelías relacionadas con el monumental e inoperante centro de software y la comercialización de los fraccionamientos del ITSon.
Los señalamientos también alcanzan a los aláteres y salpican a Rodríguez Villanueva por todos lados. Para no ir lejos, la señorona de todas las confianzas, apresurada separó al marido aviador, quien firmaba con tinta prepotente la nómina de académicos. El cuatacho del alma metido a transportista que inventó viajes y kilómetros para multiplicar geométricamente el rendimiento de sus dompes. La comunicadora que fabrica abanicos de billetes de alta denominación y los avienta acá, allá y acullá, a la rosa de los vientos cajemenses, con tal que enmudezcan las opiniones, mitiguen los cintillos, silencien las editoriales y que callen los… mariachis.
Nada ni nadie defiende a Gonzalo. No hay logros académicos. Las evaluaciones del CENEVAL, que hace seis años ubicaban al ITSON entre las primeras diez instituciones de educación superior del país, con las ultimas calificaciones es imposible que aparezca en el subgrupo de los primeros treinta centros educativos de su tipo en México. En aras de las unidades de negocio, que fuera el proyecto estrella, Rodríguez Villanueva suprimió de las prioridades institucionales la formación académica de calidad de los educandos. Los programas de postgrado resintieron en sus cimientos la reorientación definida por su administración.
Como se olvida a los perdedores, todos olvidaron al rector González Villanueva las redes de poder, los círculos de complicidades, los grupos de interés, las castas burocráticas que prohijó y a las que dotó de privilegios, ninguno, nadie lo recuerda ni quieren saber de él. Urgido de aliados, urgido de afectos, Gonzalo atentó para sus fines un sindicato a modo, siempre y cuando tuviera uñas grandes, dientes filosos afuera y pequeños dentro. Quiso para si un sindicato depredador acotado, es decir, con uñas para pepenar prebendas, filo para atemorizar auditores o entes externos y colmillos blandos adentro, porque no importa que muela con tal que ni corte ni duela. Renuncia Roberto Herrera.
Las huellas de los desfalcos acumulados hacen el expediente qua hasta la semana anterior media poco mas de metro y medio de papeles de todos colores, uno sobre otro. Especialmente el legajo que forma el centenar de páginas grises, fechado a mediados del 2009 y que procede del archivo respaldado en furtivo USB de dos megas, en el que fácilmente cupieron los materiales de la corrupción. ¡Qué desdicha para algunos! ¡Qué ironía! En un inocente USB estudiantil se alojaron los destinos de la mandona cúpula. Las penas pesan y Gonzalo Rodríguez Villanueva en los últimos tiempos adelgazo la flacura a tal punto que es remedo espectral; sombra desvanecida del que frente a la ventana, entre soliloquios, hace poco menos de dos años miraba con ojos dominantes las cuadras de obregón. Con un pie en el hoyo y el otro sobre una cáscara de plátano, el destino próximo del todavía rector de la máxima casa de estudios del sur de sonora, huele a barandilla. Es probable que con Gonzalo Rodríguez Villanueva, el gobernador del Nuevo Sonora inicie en serio el descabezamiento de la corrupción.
Pequeñajo que es, ensimismado, inédito se aparece por el despacho; los cercanos cuentan que permanece encerrado en sus oficinas y que nadie se entera cuando las deja. Su presencia tiene el mismo afecto que las bolas blancas del billar; cuando llega a algún grupo de maestros, salen disparados en todas direcciones dejándolo solo con sus tribulaciones. Completamente equivocado, Gonzalo Rodríguez Villanueva pretende el “control de daños”, cuando en realidad le llego la hora de “pagar los gastos de guerra”. Es hora de sacar una pizca de honor, tiempo de irse y preparar la defensa.
SI NOS DEJAN, VIVIREMOS PARA VERLO Y CONTARLO