lunes, 14 de septiembre de 2009

Izan la bandera tricolor

* El alcalde Ernesto Gándara Camou encabeza la ceremonia de honores a nuestros símbolos patrios
HERMOSILLO.-
El alcalde Ernesto Gándara Camou encabezó la ceremonia de izamiento de bandera que se llevó a cabo esta mañana en la plaza de la Bandera del Centro de Gobierno de Hermosillo.
Acompañado de todo su gabinete y del personal del Ayuntamiento, así como de integrantes del Ejército Mexicano, alumnos del Centro de Estudios Superiores del Estado de Sonora y la Banda de Música del Estado de Sonora.
Este lunes 14 de septiembre toco el turno para que el Presidente Municipal de Hermosillo y su comitiva fueran quienes llevaran a cabo los honores a nuestro lábaro patrio.
Miguel Ángel Murillo Aispuro, secretario del Ayuntamiento de Hermosillo, habló en nombre de todos los funcionarios municipales y de todos los que esta mañana estuvieron en la plaza de la bandera.
A través de sus palabras, cada mexicano que ahí se encontraba sintió el orgullo y el respeto por su nación, por los héroes que hace casi dos siglos se levantaron en armas para luchar por los principios de libertad y de justicia para toda una nación.
Once años después lograron su cometido, personajes que la historia nos muestra como los padres de nuestra independencia, de nuestra libertad y de nuestra identidad como mexicanos: Hidalgo, Morelos, Allende y Guerrero.
“Es por eso que desde esta tribuna me permito exclamar con sincera emoción un llamado a todos los sonorenses, a todos los mexicanos para que desde nuestras respectivas trincheras mantengamos viva la llama del espíritu justiciero y libertador que nos legaron Hidalgo, Morelos, Allende y Guerrero, entre otros caudillo y forjadores de nuestra nacionalidad”, manifestó el Secretario del Ayuntamiento.
Murillo Aispuro declamó con entera pasión y entrega la poesía compuesta por Ricardo López Méndez a nuestra nación y nuestra identidad para conmemorar nuestra mayor efeméride: El Credo Mexicano

MEXICO, CREO EN TI, como en el vértice de un juramento.
Tú hueles a tragedia, tierra mía, y sin embargo ríes demasiado, acaso porque sabes que la risa es la envoltura de un dolor callado.
México, creo en ti, sin que te represente en una forma porque te llevo dentro, sin que sepa lo que tú eres en mí; pero presiento que mucho te pareces a mi alma, que sé que existe, pero no la veo.
México, creo en ti, en el vuelo sutil de tus canciones que nacen porque sí, en la plegaria que yo aprendí para llamarte Patria: algo que es mío en mí como tu sombra, que se tiende con vida sobre el mapa.
México, creo en ti, en forma tal que tienes de mi amada la promesa y el beso que son míos, sin que sepa por qué se me entregaron: no sé si por ser bueno o por ser malo o porque del perdón nazca el milagro.
México, creo en ti sin preocuparme el oro de tu entraña: es bastante la vida de tu barro que refresca lo claro de las aguas en el jarro que llora por los poros la opresión de la carne de tu raza.
México, creo en ti, porque creyendo te me vuelves ansia y castidad y celo y esperanza.
Si yo conozco el cielo, es por tu cielo, si conozco el dolor, es por tus lágrimas que están en mí aprendiendo a ser lloradas.
México, creo en ti, en tus cosechas de milagrerías que sólo son deseo en las palabras.
Te consagras de auroras que te cantan ¡y todo el bosque se te vuelve carne!,
¡y todo el hombre se te vuelve selva!
México, creo en ti, porque nací de ti, como la flama es compendio del fuego y de la brasa; porque me puse a meditar que existes en el sueño y materia que me forman y en el delirio de escalar montañas.
México, creo en ti, porque escribes tu nombre con la equis, que algo tiene de cruz y de calvario; porque el águila brava de tu escudo se divierte jugando a los volados con la vida y, a veces, con la muerte.
México, creo en ti, como creo en los clavos que te sangran, en las espinas que hay en tu corona, y en el mar que te aprieta la cintura para que tomes en la forma humana hechura de sirena en las espumas.
México, creo en ti, porque si no creyera que eres mío el propio corazón me lo gritara y te arrebataría con mis brazos a todo intento de volverte ajeno
sintiendo que a mí mismo me salvaba.
México, creo en ti, porque eres el alto de mi marcha y el punto de partida de mi impulso.
¡Mi creo, Patria, tiene que ser tuyo, como la voz que salva y como el ancla...!