miércoles, 24 de febrero de 2010

Absuelve STJ a uno de los Acusados por la Ejecución del Periodista Sanluisino Benjamín Flores González


BENJAMIN FLORES GONZALEZ (+)

Alfonso CAMPOS-RUBIO

HERMOSILLO.- Inexplicablemente el Supremo Tribunal del Estado, al mando de Max Gutiérrez Cohén, dictó sentencia absolutoria en segunda instancia a favor de Gabriel González Gutiérrez, quien fuera sentenciado a 22.5 años de prisión ordinaria por el Juzgado Tercero del Ramo Penal, al encontrarlo culpable del homicidio calificado registrado la tarde del 15 de julio de 1997 en agravio del director general y fundador del periódico La Prensa, Benjamín Flores González, de 29 años al día de los hechos, se informó.
Los cuales se suscitaron cuando el ahora occiso llegaba, como era su costumbre, a las oficinas del periódico a reiniciar sus actividades en la tarde, cuando de repente un sujeto descendió de un vehículo que detuvo su marcha frente al inmueble, para enseguida dispararle alrededor de treinta balazos con una metralleta AK-47, mejor conocida como “cuerno de chivo” y enseguida regresar al auto, dejar el arma larga y tomar una pistola, para enseguida acercarse al moribundo, disparándole el “tiro de gracia” en la cabeza, rematándolo de esa forma, para después escapar el individuo junto con otros tres que lo acompañaban.
Posteriormente se logró saber la versión de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Sonora, en la que mencionaban que Gabriel González contrató a los asesinos de Benjamín Flores, por órdenes de su hermano Jaime, que era juzgado por narcotráfico y por el homicidio de un policía municipal.
De lo anterior el director de La Prensa había publicado varios artículos en los que denunciaba las concesiones que gozaba Jaime González en la prisión, y el halo de impunidad que lo protegía en su carrera criminal.
La PGJE de Sonora acusó a Jaime González del homicidio de Benjamín Flores, pero una juez concluyó que no había pruebas suficientes para incriminarlo y lo liberó del cargo.
Según las declaraciones contenidas en el expediente del caso, Gabriel González contrató a Jorge Pacheco Reyes (a) “El Pecas”, para que se encargara del asesinato de Benjamín Flores.
“El Pecas” fue detenido posteriormente en Sinaloa, a bordo de una camioneta que le dio Gabriel como pago por el crimen. Gabriel González huyó de la ciudad y Jaime González salió libre de la prisión.
Para Humberto Melgoza, quien en esas fechas era el jefe de información de La Prensa, la captura de Gabriel podría avivar la investigación hacía tiempo empantanadas.
No hay mucho lugar para su optimismo, sin embargo: al parecer, el trámite de extradición será uno largo. Conforme al Tratado de Extradición firmado por México y Estados Unidos, Gabriel González no será juzgado en México mientras no haya purgado la sentencia que le fije el juez en EU.
El Senado mexicano no ha autorizado una modificación al Tratado, que daría permiso a los dos gobiernos para “prestarse” a los sentenciados. Si esta reforma fuese aprobada, Gabriel González podría ser juzgado en México, una vez sentenciado en EU, y volvería a ese país para purgar las penas impuestas en los dos países. “No es algo que parezca cercano”, confió un funcionario mexicano. Gabriel González sería juzgado por el asesinato de Benjamín Flores, pronto, sólo si fuese absuelto en EU.
ORDEN DE ARRESTO CONTRA JAIME GONZALEZ
El miembro de la banda que sigue prófugo es Jaime González Gutiérrez, que también tiene una orden de aprehensión en EU. “Si Jaime González pone un pie en este país, será detenido”, aseguró en aquellas fechas Cathy Colbert, quien fuera vocero de la procuraduría de Justicia de Arizona. Jaime González fue absuelto el 1999 de una acusación hecha en México por tráfico de drogas, tras un proceso repleto de irregularidades, han señalado periodistas de la frontera.
Según la procuraduría de Arizona, los hermanos González importaron y distribuyeron en Estados Unidos, entre noviembre de 1998 y enero del 2000, al menos una tonelada de marihuana y 245 kilos de cocaína, generalmente a través de San Luis Río Colorado o el desierto aledaño a Yuma.
Los hermanos Jaime, Alberto, Gabriel, Ismael y Pablo, vivían en Yuma, Arizona y en Fresno, California.
Ellos mismos importaban la droga, o instruían a alguien más para hacerlo; transportaban la droga a Yuma, donde la re-empaquetaban, y luego la transportaban por tierra a Fresno, donde Ricardo Carranza, también arrestado, se ocupaba de su venta. Carranza luego enviaba el dinero por tierra a los González, en Yuma, para su repartición.
Las autoridades de EU creen tener pruebas de 15 ocasiones en que pasaron droga a través de la frontera, o que la transportaron desde Yuma hasta Arizona. La banda importaba narcóticos hasta dos veces al mes, escondidos en las llantas de vehículos.
La procuraduría de Justicia de Arizona cree que Jaime González está prófugo en México. El último movimiento de tráfico, de la banda, fue detectado por la policía de EU en 4 de enero del 2000. La acusación formal y orden de arresto fueron hechas el 9 de febrero del mismo año. Jaime González fue visto por esas fechas en la ciudad fronteriza de San Luis Río Colorado.
MEXICO PIDIO A EUA QUE ARRESTE AL PRESUNTO HOMICIDA DEL PERIODISTA
El gobierno mexicano dio el primer paso para solicitar la extradición de Gabriel González Gutiérrez, presunto asesino del periodista mexicano Benjamín Flores González, confirmó en su momento la Procuraduría General de la República en México.
El gobierno solicitó al Departamento de Justicia de los Estados Unidos una orden para el arresto provisional de Gabriel González Gutiérrez, detenido el 24 de febrero de 2000 en un operativo de la DEA y del Servicio de Aduanas, que desarticuló una banda de traficantes de cocaína y marihuana en Yuma, Arizona.
Gabriel González y tres de sus hermanos estuvieron bajo custodia en un centro de detención, y serían juzgados en ese país por narcotráfico, desconociéndose el resultado de tales juicios.
Además estuvo pendiente la aprehensión por los mismos cargos de un hermano más, Jaime González, que en México es señalado como el autor intelectual del homicidio de Flores.
Según detalló el gobierno mexicano, la PGJE de Sonora, solicitó esta acción para juzgarlo en México por el asesinato de Flores González, cometido en 1997, en la fronteriza San Luis Río Colorado.
PRODUCTO DE LA CULTURA DEL ESFUERZO
Benjamín Flores era un joven voluntarioso. Primero mesero, encargado de un puesto callejero de hot-dogs, corresponsal, secretario particular de un gobernador, y al final, dueño y director del diario La Prensa, en la ciudad de San Luis Río Colorado, fronteriza con Estados Unidos.
Era un joven vivaz; era periodista y gestor. Sus notas exhibían sin pudores a políticos, policías y mafiosos. “Sin ataduras, como el pensamiento”, era la leyenda impresa en el cabezal del tabloide blanco y negro que él fundó. Su trabajo le ganó popularidad –“era un Robin Hood”, dijo su hermana Ofelia-, le causó presiones y cinco demandas por difamación. Sus compañeros creen que también le trajo la muerte.
Tenía enemigos por cuanto dijo de cierto, y por cuantas acusaciones poco fundadas pudo publicar también en el tabloide, creen algunos colegas suyos. “¿No tienes por allí guardada Benjamín, algún cargo de conciencia por alguna mentirilla que se te haya escapado?”, le preguntó el periodista Jesús Barraza en una entrevista en 1995. “Nunca he publicado algo de lo que haya estado consciente que era una mentira. Cargo de conciencia sí, tal vez, porque me he excedido, porque he sido duro, pero después de tantas cochinadas que pasan en este pueblo, es mínimo lo que podamos nosotros avergonzarnos”.
Su pueblo es una ciudad de frontera, asolada por los narcotraficantes y los policías y funcionarios de gobierno asociados a la mafia. “El tenía muchos enemigos. Tal vez hay un solo responsable, pero muchos a quienes convenía su muerte”, expresó Miguel Acosta Valverde, de la Academia Mexicana de Derechos Humanos en aquellas fechas.
POLICIAS, POLITICOS Y MILITARES
Benjamín Flores publicó en mayo de 1997 la “desaparición” de media tonelada de cocaína decomisada, que estaba en custodia en las oficinas de la Policía Judicial Federal, en San Luis Río Colorado. Los titulares del diario desenmascararon a policías y comandantes aliados con capos e insistieron sobre la presunta relación del gobernador con los traficantes.
A su muerte, los ojos de los periodistas locales viraron hacia el entonces gobernador del estado de Sonora, Manlio Fabio Beltrones.
“¿Quién fue?”. En el cartel estaba impresa la cara del mandatario. Los ojos de la policía se volvieron hacia Jaime González Gutiérrez (a) “El Jaimillo”, líder de una banda de hermanos traficantes de drogas, y blanco frecuente de las notas de Benjamín Flores.
A una semana del crimen, el procurador de Justicia de Sonora había descartado la hipótesis de que se tratara de una venganza de funcionarios o de políticos. Se centró en González Gutiérrez, abandonó los nombres de los primeros sospechosos y arrestó a otros como presuntos autores materiales del homicidio.
La PGJE dio por cerrado el caso al probar su hipótesis única de que el móvil fue una venganza de narcotraficantes por las críticas que Flores realizaba. “Nunca investigó más allá del conjunto de pruebas que se fue encontrando en el camino, como si hubieran sido dejadas a propósito”, dice Ramón Gastélum Gastélum, amigo y abogado de Benjamín Flores.
Todo esto no pesaría hoy si la investigación se hubiera probado sólida. Sin embargo, a tres años de proceso están a flor sus debilidades o inconsistencias.
Un juez liberó en 1998 a Jaime González Gutiérrez de la acusación de ser el presunto autor intelectual del asesinato; argumentó que fue por falta de pruebas. Los testigos que identificaron a Luis Enrique Rincón Muro como el hombre que hizo los disparos, se retractaron y dijeron ante la Justicia que fueron presionados para declarar en su contra.
Dos hombres están prófugos y los cuatro acusados seguían en la cárcel en espera de sentencia en un proceso aletargado. Los nombres de otros posibles participantes no fueron seguidos en la averiguación.
El tomo del proceso tiene unas 1.800 hojas y, según observadores, pocas pruebas que avalen la tesis de la Procuraduría. “La historia puede ser cierta, pero está armada con las patas y no se sostiene; también la pudo inventar el procurador, no lo descarto”, afirmó Humberto Melgoza, jefe de información de La Prensa. “Yo no sé qué van a hacer si se les cae esto; no hay prueba en contra de ellos, pero no creo que los puedan declarar inocentes, porque sería un escándalo”, dice Roberto Silva Calles, defensor de los cuatro inculpados.
ENEMIGO DE OFICIO
González Gutiérrez era enemigo natural de Benjamín Flores. La Prensa lo exhibió como narcotraficante, expuso sus triquiñuelas para salir libre cada vez que se le arrestó y descubrió los privilegios de que gozó mientras estuvo encarcelado.
“Es una fichita”, dijo Melgoza al referirse al “Jaimillo”, y La Prensa se ocupó en revelar sus crímenes y la impunidad que los rodeó siempre. Sus hermanos se presentaban como periodistas. Publicaban la revista Alternativa, que se distribuía gratuitamente en la ciudad, y que servía de plataforma para disparar contra sus adversarios. González Gutiérrez se presentaba como reportero y su hermano Ismael, como miembro del “Frente Mexicano Pro Derechos Humanos”.
González Gutiérrez fue acusado en 1992 de asesinar al policía municipal Víctor Hugo Arroyo, que lo detuvo por manejar a exceso de velocidad. “El Jaimillo” fue exonerado del cargo. Ese mismo año fue acusado de traficar con cocaína y también fue liberado del cargo por un Tribunal. En febrero del 1997 fue detenido bajo una identidad falsa con 100 kilogramos de marihuana. Benjamín Flores lo identificó al día siguiente en La Prensa y denunció los privilegios que gozó después en la cárcel.
Estando preso, González Gutiérrez fue señalado como autor intelectual del crimen de Benjamín Flores. Según las autoridades, encargó el crimen a su hermano Gabriel. Pero en enero de 1998 fue exonerado por falta de pruebas y meses después salió a la calle, libre de la otra acusación por tráfico de marihuana que lo mantuvo preso. “¡A ese hombre lo agarraron con las manos en la masa, con un cargamento de marihuana y salió libre!”, reclamó Humberto Melgoza.
La Prensa puso al “Jaimillo”, a jueces y a ministerios públicos, en la mira. “Al parecer el trabajo de Benjamín Flores creó un marco de presión alrededor de González Gutiérrez, que hizo más difícil que saliera de la cárcel pronto”, aprecia el defensor de derechos humanos, Miguel Acosta.
La PGJE no logró construir un caso en su contra. Hay señalamientos directos sobre las órdenes que dio su hermano Gabriel, pero las referencias sobre la participación de Jaime González Gutiérrez son “de oídas”. Una de las pruebas que tenía la procuraduría era el testimonio de Ramón Gastélum, que un juez desechó: según Gastélum, el abogado de González Gutiérrez le ofreció dinero a Benjamín Flores, a cambio de que dejaran de publicar notas sobre “El Jaimillo”. Gastélum declinó el ofrecimiento y el abogado respondió con una amenaza para el periodista. “Su declaración no deja de ser una suposición (...), una conjetura sin que esté apoyada en datos dignos de fe”, descartó el juez que declaró insostenible la orden de prisión en contra de González Gutiérrez por este delito.
“Son muchas libertades con delitos tan obvios. Detrás de ellos seguramente hay intereses muy fuertes”, creyó Gastélum. “O tiene mucha suerte, o mucho poder económico o respaldo político, porque todo le ha salido bien”.
Existió una orden de aprehensión en contra de Gabriel González, que se mantuvo prófugo por tres años. El 24 de febrero del 2000 cayó preso con tres hermanos más en Arizona. Los cuatro serían juzgados en Estados Unidos por haber distribuido al menos una tonelada de marihuana y 245 kilos de cocaína en el área de Yuma. Jaime González Gutiérrez fue detenido el 26 de abril del 2000, acusado de asesinar con 37 puñaladas a José Manuel Echevarría Varela. “Está loco, es un psicópata. Dice que le gustó como tronó el cuello de su víctima con el cuchillo”, aseveró Humberto Melgoza, de La Prensa.
Según consignaron los diarios al día siguiente de su arresto, “El Jaimillo” le dijo a los policías municipales que sí había ordenado el asesinato de Benjamín Flores. “Esta es una historia de periódicos amarillistas”, desconfía el abogado de los cuatro jóvenes procesados por el crimen, Roberto Silva Calles. “Jaime es loco, loco, pero no es tonto. Es una persona muy toreada, ¡cómo va a decir ‘sí fui yo’! Toda esa declaración no tiene validez”, asegura.
Los policías no han confirmado esta versión ante las autoridades y González Gutiérrez no lo ratificó en su declaración. Aún así, el procurador ha dicho que se reabrirá el expediente del caso Benjamín Flores. “La aprehensión no perjudica ni beneficia a nadie. En el expediente no hay pruebas que lo vinculen (al crimen), y conste que no defiendo al Jaimillo, pero son sólo conjeturas”, afirmó Silva Calles. El abogado defensor insistió que todo el caso carece de fundamento. “Yo estoy pidiendo que el procurador y los policías que armaron la investigación se presenten a declarar, que nos digan cómo armaron el caso, con qué sustento”. El defensor de los cuatro hombres presos asegura que fueron torturados para firmar las declaraciones que los inculpaban del crimen.
ARBOL QUE NACE DOBLADO
Para Humberto Melgoza, no se debieron desechar hipótesis de otros posibles móviles y autores del asesinato. “Yo no descarto que el gobierno (del gobernador) Beltrones tuviera relación. Porque los González tenían relación con el gobierno, con el partido (oficial); Benjamín le tiraba lo mismo a ellos que a Manlio Fabio o a otros políticos”, comenta. En su opinión, la mayor parte de la película sigue velada.
Melgoza cree que al menos Luis Enrique Rincón Muro es inocente. “Yo no meto las manos al fuego por los demás, pero por lo que nosotros investigamos, hay testigos que estuvieron con él a la misma hora que mataron a Benjamín. Creemos que El Chichi es inocente”.
Luis Enrique Rincón Muro (a) “El Chichi” era un joven de 27 años que tenía un pequeño local de lavado de autos a corta distancia de las oficinas de La Prensa. Según su testimonio, el 15 de julio del 97 estaba en un taller arreglando el sistema de enfriamiento de un auto, cuando llegó un policía y le dijo que habían matado al director de La Prensa. El dueño del taller, los empleados y el agente, ratificaron esta versión ante el juez. Rincón Muro fue aprehendido tres días después del asesinato y fue acusado de haber sido el asesino.
En la averiguación constan las declaraciones de supuestos cómplices que señalaron a “El Greñas”, unos, y a Carlos Pacheco García, otros, como la persona que disparó. De ellos no hay más rastro en la averiguación.
“Me subieron a un carro oficial y me llevaron por un canal. Eran cuatro, querían que firmara unos papeles. Me comenzaron a pegar dentro del carro, ‘fírmale, fírmale’, estaba escrito a máquina, un altero de hojas que querían que firmara. Ahí me dio mala espina. Tenían mi nombre, todo, que era flaco, de pelo largo. Era el 18 de julio, ese día no se me va a olvidar”, narró Rincón Muro desde la cárcel de Hermosillo.
Por la noche fue llevado a las instalaciones de La Prensa para ver si los periodistas que atestiguaron el asesinato, lo reconocían. “Ellos dijeron ‘sí se parece’, pero en el expediente la procuraduría puso que sin temor a equivocarse lo identificaban como la misma persona que disparó contra Benjamín”, objeta Melgoza.
Los periodistas de La Prensa colaboraron con la defensa de Rincón Muro; reclamaron haber sido presionados y que se falseó su declaración. Ellos reconocieron haber visto a un hombre delgado, con nariz de gancho, como Rincón Muro, pero de cabello hasta los hombros; Rincón Muro se había cortado el pelo quince días antes, para tomarse la foto y solicitar empleo en la policía municipal. Los testimonios de los reporteros son clave para desarticular el caso en contra de Rincón Muro, estimó su abogado.
Jorge Pacheco también asegura que se le hizo firmar con tortura. A él lo detuvieron en otra ciudad del norte de México. Conducía una camioneta que dijo, le compró a Gabriel González, y que la autoridad asegura, recibió como pago por organizar el crimen. A Jorge Pacheco se le acusó de haber reclutado a los participantes por orden directa de Gabriel.
“Me tuvieron en el hotel, estuvieron siete días torturándome”. Una máquina de escribir, Pacheco en el suelo, esposado, policías que entraban y salían del baño drogados. “Estaban escribiendo lo que ellos querían”. Según Pacheco, que es analfabeto, puso su firma sobre un documento que nunca se le leyó. En la declaración Pacheco supuestamente confesó que los hermanos Ismael y Gabriel González Gutiérrez organizaron el asesinato por órdenes de “El Jaimillo” y les pagaron por encontrar quién lo realizara.
Miguel y Vidal Zamora Lara son los otros dos procesados. Según la investigación, Zamora Lara confesó haber participado en el asesinato y señaló a Pacheco y a Rincón Muro como sus cómplices. Según su testimonio, también impugnado por la defensa, Gabriel González le pagó dos mil dólares a cambio de que les indicase quién era Benjamín Flores.
En los primeros días de la indagatoria desfilaron más nombres que se esfumaron de la investigación conforme pasó el tiempo. Leobardo Pérez Ayala, José Pedro Valdez Gámez, Javier Ayala Garibay y Carlos Pacheco García.
La premura con que se armó el caso contrasta ahora con el letargo en que se sumió el juicio. “El caso no se ha dilatado por cuestiones del juzgado”, aseguró la juez Santa Adelina Flores Montoya, en la ciudad de Hermosillo. “Nuestro interés es en el sentido de impartir justicia. Hemos intentado hacerlo lo más expedito”, dijo la jueza que tiene a su cargo otros cien casos.
El avance ha sido lento en parte porque las autoridades decidieron mudar el juicio a una ciudad a ocho horas de carretera del lugar del crimen, San Luis Río Colorado. “Fue una decisión totalmente arbitraria y dolosa que ha dificultado la defensa”, dijo Silva Calles, el abogado de los cuatro inculpados. “Lo vimos como una forma de detener el caso”, cree Melgoza, de La Prensa. En la justicia mexicana todo se hace por escrito. En este juicio, los careos entre los acusados y sus acusadores han sido en papel.
La aprehensión en Estados Unidos de Gabriel González y sus hermanos avivó la esperanza de que se pudiera aclarar el asesinato de Benjamín Flores. No hay mucho lugar para su optimismo, sin embargo. Gabriel y sus hermanos deberán enfrentar primero el juicio, y purgar en Estados Unidos la sentencia que se les dicte, antes de ser extraditados a México para responder a los cargos que ahí les esperan. Gabriel González sería juzgado por el asesinato de Benjamín Flores pronto, sólo si fuese absuelto en Estados Unidos y el juicio de extradición fuera expedito.
En cuanto a Jaime González, los vivas que siguieron a su arresto parecen diluirse ahora. “Estamos desesperanzados, no hay ningún interés por resolver”, se lamentó Melgoza. Según Silva Calles, en esos tres años la PGJE no sumó más pruebas al expediente que apoyasen su versión sobre la participación de Jaime González; sólo están aquellas que descartó el juez que lo exoneró.
“Tengo el temor que no obstante el cúmulo de pruebas, salga adversa la sentencia. Tengo desconfianza. Es una bronca grande para la policía de Sonora decir que son inocentes. ¿Qué pasaría? Van a tratar por todos los medios que no salgan”, dijo el abogado defensor en aquellas fechas.