viernes, 5 de febrero de 2010

LA SEGURIDAD PÚBLICA AYER Y HOY

Roberto FLEISCHER-HARO

HERMOSILLO.- Los continuos brotes rebeldes, cuartelazos y demás desordenes que se observaban en la Ciudad de México a mediados del siglo pasado dejaban por completo vacías las cajas de caudales del municipio y del gobierno federal.
A los empleados públicos se les debían meses enteros de sueldo, pero la clase burocrática sufría con paciencia la falta de pago.
No sucedió así con los “Serenos” los cuales llegó el tiempo en que perdieron su serenidad y se lanzaron por las calles manifestando gritos de protesta contra el Gobernador del Distrito y Autoridades Municipales.
La noche del 9 de Mayo de 1853, más de 500 Serenos (Policías) se reunieron en la Plaza de San Pablo, siguiendo después en manifestación tumultuosa por las calles más céntricas de la tranquila ciudad.
Los vecinos despertaron alarmados al escuchar las detonaciones de armas de fuego y los Regidores se vieron obligados a esconderse en sus domicilios para no ser víctimas de los Gendarmes, que en su mayoría se encontraban en estado de ebriedad.
Uno de los serenos, el Cabo Cipriano Rocha, empezó a lanzar pedradas sobre los faroles de las calles, su ejemplo fue imitado por el resto de los manifestantes y pronto acabaron con el alumbrado de todo el centro de la Ciudad.
Del Cuartel de Zapadores salió un batallón Federal a disolver la manifestación, trabándose entre policías y federales un zafarrancho encarnizado.
El principal agitador del motín, Cipriano Rocha fue fusilado inmediatamente y todos los demás infelices serenos fueron encarcelados y condenados a pasar varios días con el grillete puesto, tormento entonces muy usado.
Durante varios días la Ciudad de México permaneció a oscuras y a merced de los malhechores, pues aunque los soldados hacían la vigilancia, los rateros entraron en gran actividad, aprovechando las tinieblas.
Al correr de los años y en los tiempos actuales la sociedad menosprecia los valores policíacos.
¿Qué toda la policía de México está corrompida?
¡No! Evidentemente que No.
Debe haber, como en toda organización numerosa, elementos buenos y malos,
Quizá haya más buenos que malos; pero generalmente ocurre que el desprestigio causado por unos alcanza a todos.
En las Corporaciones Policiacas de Sonora deben figurar elementos con un historial tan brillante como modesto.
Hay policías con veinte y treinta años de servicio con hojas, si no limpias del todo, bastantes dignas.
Estos elementos, sin duda, han laborado calladamente, discretamente sin haber alcanzado el estimulo a través del tiempo.
Sin duda han logrado magníficos golpes en contra de la delincuencia; pero su labor jamás ha trascendido, lo digo con conocimiento de causa, y es que así es la vida.
La injusticia humana es el peor corrosivo contra el entusiasmo, la iniciativa, y el impulso propio del hombre.
El deber es una obligación sagrada de todo hombre responsable, pero el deber está animado, generalmente, de una ilusión. Y esa ilusión es el avance individual del sujeto que le pueda proporcionar o más honores o mejores condiciones de vida.
En México olvidamos completamente este capitulo despreciando a los valores, negamos la experiencia del viejo y enaltecemos la audacia del joven, rendimos honor al improvisado y desconfiamos de la sabiduría del técnico. Así ocurre con la policía.
No se ha querido o no se ha procurado establecer una efectiva carrera profesional del policía, en todo el estado de fuerza de las corporaciones policíacas, debe haber elementos tan buenos y tan capacitados, como habrá ignorantes y pillos.
Pero los primeros se ocultan, conocedores de la injusticia, mientras los segundos salen a la palestra a sembrar el desprestigio de una organización que es tiempo ya de que sea responsable y RESPETADA.

Roberto Fleischer Haro
Egresado de la IV generación de la Escuela de Policía
Registro Nacional de Seguridad FEHR440205H26223583
E-Mail
rfleischer_44@hotmail.com